viernes, 27 de marzo de 2015

Al Oeste

Rodeada de olivos sin danza,
de rastros que no llegan a ningún sitio.
Caracolas que de fondo tiene un sonido lento y claro.
Esa paz que sostengo y no tengo,
que avivo si consigo, y se va, siempre se va...
Dormidos en las ramas todos los sonetos,
y aún así, no me colman de silencio,
no hay tregua, no hay nada y está repleto.
Y paso por los cercos como la sal que crece entre las aguas,
adueñándome del tiempo que no tiene lugar, buscándole una estancia.
Quiero y no puedo, es la dicha que se labra.

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